Vivimos una época que me gusta definir como “de lo inmediato”, pero no nos llevemos a engaños no es ni mejor ni peor que otras. Tenemos mucho de lo que estar contentos y esperanzados, aunque es cierto que en algunos aspectos la sociedad actual tiene sus fallas. Como decía al principio las personas cada vez obtenemos las cosas antes, pero, irónicamente, disponemos de menos tiempo para nosotros y los seres que queremos. Además, la ingente cantidad de información y de estímulos que recibimos día a día hace que sea difícil el poder situarse, pararnos y ver cómo estamos, cómo nos sentimos e incluso que nos planteemos quienes somos y qué queremos. Acabamos funcionando un poco con el “piloto automático”, cosa completamente normal si no queremos estar completamente saturados.

Como es normal cuando viramos demasiado hacia un extremo el movimiento equilibrado tiende a que aparezcan fuerzas y movimientos que apelen hacia el otro para poder lograr un equilibrio y estabilidad. No es casualidad que algo tan antiguo como la meditación, que se realiza de una manera u otra en casi todas las religiones y culturas, vuelva con fuerza y desde la psicología se cambie de nombre y le llame Atención Consciente o Mindfulness, al final es un momento de parar y poder estar con nosotros mismos un rato.

Algo que ha costado y que cada vez se está normalizado más en nuestro país es que las personas acudan a Terapia (Psicoterapia). Ya no se trata de “algo” solamente para los enfermos mentales, sino que cualquiera puede acudir sin miedo a ser estigmatizado y, en consecuencia, llevado en secreto. También se ha desterrado la creencia de que la Terapia es llegar a un lugar donde alguien, que sabe más que tú, te va a poner a hacer miles de test para decirte lo que tienes, quién eres y lo que debes hacer.

La Terapia es un lugar donde otra persona te va a poder acompañar a explorar y descubrir cómo estás, cómo te sientes o qué necesitas. El profesional no sabe más de tu vida y tu mundo emocional que tú mismo, por lo que el proceso se centra en ti, obviamente detrás hay experiencia, formación, teoría y otros soportes, pero el terapeuta seguramente a lo que más importancia dé, será al vínculo de seguridad y compromiso que establezcáis juntos.

El sufrimiento emocional, los problemas psicológicos y conductuales se deben a un desequilibrio entre nuestro mundo interno y el externo, provocado por aprendizajes, creencias, experiencias u otros mecanismos de defensa que hemos ido adquiriendo de forma no consciente, casi siempre, a lo largo de nuestra vida. Seguramente en su momento fue necesario para adaptarnos al entorno en el que vivíamos pero en la actualidad se han vuelto caducos, desadaptativos y nos generan problemas diversos: emociones a las que nos enganchamos fácilmente, angustia, problemas corporales, astenia, dificultades en nuestras relaciones con los demás, etc.

Así pues, como decía antes, la labor del terapeuta será acompañarte y hacer que te sientas seguro en descubrir qué te está sucediendo y qué tiene que ver con tu propia historia. Todo el mundo de una manera u otra tenemos heridas emocionales que necesitan ser atendidas, por lo que embarcarse en un proceso de psicoterapia puede ser una muy buena idea para mejorar nuestro bienestar emocional y vivencial.

 

Gabriel Fustero, Enfermero Acupuntor y Terapeuta Gestalt.